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12 de julio de 2024

Textos de Jorge Luis Borges (1923)

• Respuesta a “Nuestra encuesta sobre la nueva generación literaria” (1923) [publicado en Nosotros Nº 168 y en Textos recobrados

Responde a preguntas bastante aburridas sobre “los escritores de menos de 30 años” (2 páginas). 

• A quien leyere (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Prólogo al primer libro de Borges: Fervor de Buenos Aires. Gran inicio y gran final: “Si en las siguientes páginas hay algún verso logrado, perdóneme el lector el atrevimiento de haberlo compuesto yo antes que él. Todos somos unos; poco difieren nuestras naderías, y tanto influyen en las almas las circunstancias, que es casi una casualidad esto de ser tú el leyente y yo el escribidor –el desconfiado y fervoroso escribidor– de mis versos”. 

• Las calles (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires

Cuáles son las callecitas de Buenos Aires para Borges (“casi invisibles de habituales”). 

• La Recoleta (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

“Estas cosas pensé en la Recoleta, en el lugar de mis cenizas”. Muy bien. 

• El sur (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

¿Qué es un poema? 

• Calle desconocida (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Vio un atardecer sobre una calle desconocida y lo cuenta como un campeón. 

• La plaza San Martín (1923) [[publicado en Fervor de Buenos Aires]

Bastante directo poema a la plaza. No me ablandó. 

• El truco (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Curiosísimo poema sobre el juego de cartas. 

• Un patio (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Y ahora poema para un patio. ¡Vamo, borgesito terrenal! 

• Inscripción sepulcral (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Dedicado a su bisabuelo, el coronel Isidoro Suárez. 

• La rosa (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Sobre la rosa, ahora sí más épico. 

• Barrio reconquistado (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

¿Caminando por una calle después de una inundación, acaso?

• Sala vacía (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Un poco de nostalgia.

• Rosas (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Oy oy oy, uno bien político.

• Final de año (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Poema para un fin de año. ¡Vamoooooo!

• Carnicería (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Poema a una carnicería. No para.

• Arrabal (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

“Los años que he vivido en Europa son ilusorios. Yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires”.

• Remordimiento por cualquier muerte (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Interesante idea: nos quedamos con todas las posibilidades de alguien que muere.

• Jardín (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Y poemita para un jardín, nomás.

• Inscripción en cualquier sepulcro (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

15 líneas sobre la muerte.

• La vuelta (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

20 líneas sobre volver a casa.

• Afterglow (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

13 líneas sobre el ocaso.

• Amanecer (1923) [[publicado en Fervor de Buenos Aires]

¿Se acaba el mundo cada noche? Casi, dice Borges.

• Benarés (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Poema para una ciudad de la India. 

• Ausencia (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

18 líneas sobre extrañar.

• Llaneza (1923) [[publicado en Fervor de Buenos Aires]

¿Qué es “alcanzar lo más alto” para un humano?

• Caminata (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Caminando a la nochecita: “Si dejara de ver esta calle, se moriría”.

• Cercanías (1923) [[publicado en Fervor de Buenos Aires]

Enumera lugares y después dice qué une a esos lugares. Muy bien. 

• Sábados (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

¡Uno de amor-amor!

• Trofeo (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Le gustó una que vio. 

• Atardeceres (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

¡Mezcla de dos poemas anteriores sobre el atardecer! Lindo para comparar.

• Campos atardecidos (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

15 líneas. Nada. 

 • Despedida (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

10 líneas sobre una separación. 

• Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922 (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Cosas que tal vez somos. Muy bien. 

• Notas (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires]

Lo interesante de estas notas es que se declara “salvaje unitario” respecto a su posición sobre Rosas.

• Música patria (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Poema. Nada. 

• Ciudad (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Poema de 15 líneas. Nada. 

• Hallazgo (1923) [[publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Poema de 10 líneas. Nada. 

• Villa Urquiza (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Poema de 19 líneas. Nada. 

• Dictamen (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Poema de 14 líneas. Oda a algunos libros. ¡Bien! 

• Alba desdibujada (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Poema de 15 líneas. Nada. 

• Caña de ámbar (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Poema de 17 líneas. Parece de amor. 

• Inscripción sepulcral (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -eliminado tras la 1ª edición- y en Textos recobrados]

Poema de 13 líneas para su abuelo el coronel Francisco Borges.

• Atardecer (1923) [publicado en Fervor de Buenos Aires -con modificaciones-y en Textos recobrados]

Poema de 14 líneas. Nada. 

• La encrucijada de Berkeley (1923) [publicado en Nosotros Nº 164 y en Inquisiciones]

Continúa con la idea del texto “La nadería de la personalidad”. “Para enmendar esa lacra”, dice, jiji. Habla del idealismo: solo existen las cosas en cuanto son advertidas. Está en contra de los supuestos del idealismo, y dice algo así como que para advertir algo hace falta que alguien lo advierta, pero para que alguien lo advierta hace falta que haya algo, y ambas partes son inseparables. Alta fumata el texto, para leerlo con muuuucha paciencia.

• Francisco Piñero (1923) [publicado en Proa Nº 3 y Textos recobrados]

Anuncio de la muerte del poeta Francisco Piñero.

• Acotaciones Guillermo De Torre: Hélices (1923) [publicado en Proa Nº 3 y Textos recobrados]

Comentario de un libro de poemas. ¡No se sabe si le gusta o lo destroza!

• Macedonio Fernández: el recién venido (1923) [publicado en Proa Nº 3 y Textos recobrados]

Elogia a Macedonio pasando por otros autores.

• Acerca del expresionismo (1923) [publicado en Inicial Nº 3, en Inquisiciones y en Textos recobrados]

Interesante comentario acerca del expresionismo alemán en tres paginitas (lo vincula a la Primera Guerra), con dos poemas de ejemplo. 

• Acerca de Unamuno, poeta (1923) [publicado en Nosotros Nº 175 y en Inquisiciones]

Analiza los poemas de Miguel de Unamuno (no su prosa) y lo ama bastante. Lo define como un “poeta filosófico” y explica qué es la filosofía: se va por las ramas como tanto le encanta. Después tira interesanteses: “El escritor que, arrimándose a un diccionario y desmintiendo su propio modo de hablar escribe orvallo en vez de garúa y ventalle en vez de abanico, ejerce con ello una estéril pedantería, pues las palabras rebuscadas que emplea no tienen mayor virtud que las cotidianas”. Y casi al final, cariñito para el autor: “El hombre Miguel de Unamuno, constreñido a su tierra y a su tiempo, ha pensado los pensamientos esenciales”.

9 de mayo de 2016

Fervor de Buenos Aires (Jorge Luis Borges) [1923]

Fervor de Buenos Aires es el primer libro que publicó el argentino Jorge Luis Borges. Se trata de una recopilación de poemas escritos hasta 1923. Aunque no me apasiona leer en verso, le di una chance porque se trata de Borges.

No voy a decir que me gusta leer a Borges, porque esas cosas no se dicen. Tampoco hay que decir que nos gusta escuchar Los Beatles, que somos fanáticos de un club de fútbol o que queremos mucho a nuestra mamá. Si hacemos esas cosas, tan universales, tan políticamente correctas, hay que hacerlas en total silencio, como disimulando lo contrario. El resto es demagogia o pérdida de tiempo.

La cuestión es que estos primeros versos de un Borges de 23 años tienen una virtud: son claros. Le escribe, entre otras cosas, a las calles de Buenos Aires, a la Plaza San Martín, a su bisabuelo, al 31 de diciembre, y dos glorias: al truco (sí, al juego de naipes) y a Juan Manuel de Rosas. No es lo más interesante que se puede leer de él, pero está bien para empezar.

Les dejo el texto del truco, porque me parece un buen ejemplo del tipo de poema que supo escribir Borges.

 El truco
 Cuarenta naipes han desplazado la vida.
 Pintados talismanes de cartón
 nos hacen olvidar nuestros destinos
 y una creación risueña
 va poblando el tiempo robado
 con las floridas travesuras
 de una mitología casera.
 En los lindes de la mesa
 la vida de los otros se detiene.
 Adentro hay un extraño país:
 las aventuras del envido y del quiero,
 la autoridad del as de espadas,
 como don Juan Manuel, omnipotente,
 y el siete de oros tintineando esperanza.
 Una lentitud cimarrona
 va demorando las palabras
 y como las alternativas del juego
 se repiten y se repiten,
 los jugadores de esta noche
 copian antiguas bazas:
 hecho que resucita un poco, muy poco,  a las generaciones de los mayores
 que legaron al tiempo de Buenos Aires
 los mismos versos y las mismas diabluras.

Nota de 2017. Para la materia Literatura Argentina II de la carrera de Letras me tocó analizar cuatro poemas de Borges. Entre ellos, elegí dos de este libro: Las calles y El truco. Les comparto mi análisis:

"Borges, en sintonía con el movimiento ultraísta, extirpa del modo más drástico posible los ornamentos que el romanticismo acarreaba. Sus versos son austeros, concisos y utilizan la metáfora como sostén.

Ante la oleada de inmigrantes, Borges propone una búsqueda de lo criollo, de qué es lo realmente argentino de la gran mezcla cultural que se ha producido. Por eso, su mirada es interna: en Las calles, desdeña aquellas incómodas de turba y ajetreo (invadidas por extranjeros recién llegados) y prefiere refugiarse en calles desganadas del barrio, pequeños espacios que no han mutado tan intensamente ante los cambios demográficos.

Siguiendo los preceptos del movimiento vanguardista del que formó parte, apela a nuevas combinaciones que no permiten la lectura automática: calles enternecidas de penumbra y de ocaso; invisibles de habituales; y árboles piadosos forman parte de un mapa en el que el foco no está en la descripción de los objetos, sino en la impresión que estos producen.

Esa misma visión “criolla” puede vislumbrarse, desde el mismo título, en El truco, donde también reina lo conciso y la metáfora desde la primera y contundente línea: “Cuarenta naipes han desplazado a la vida”. Y retrocede nuevamente buscando a la ciudad “original” al recordar a las generaciones que legaron al tiempo de Buenos Aires los mismos versos y las mismas diabluras.

28 de marzo de 2016

¿Por qué preocuparse? (1923)

¿Por qué preocuparse? es una película dirigida por los estadounidenses Fred Newmeyer y Sam Taylor. Fue estrenada en el año 1923, dura 60 minutos y su nombre original es Why worry? El actor principal es Harold Lloyd.

Recontra típica comedia de enredos, llena de chistes inocentes y situaciones absurdas. Se trata de un burgués que todo el tiempo dice que está enfermo, entonces lo envían a una isla paradisíaca para que descanse. Pero en la isla, justo, hay un golpe de Estado, y él llega en el peor momento.

No me hizo reír ni me gustó. Lo peor es que, en este tipo de comedias, lo más valioso es crear situaciones absurdas pero probables, que puedan ser posibles. En este caso, las situaciones absurdas son fantasiosas, irreales.

Lo único que me gustó un poco fue que funciona como una crítica contra la industria de los fármacos (que crecía a lo bestia en 1923) y también contra la clase alta que, como vive del trabajo de los demás, no tiene nada que hacer y se inventa problemas para sobrellevar su vacío emocional.

22 de marzo de 2016

21 de marzo de 2016

La madriguera (Franz Kafka) [1923]

Por Leandro Ramos, escritor, profesor de literatura e integrante del Movimiento Etiopía

La madriguera, a veces titulado La obra, es un cuento bastante largo y no muy conocido escrito en 1923 por Franz Kafka.

Tuve la oportunidad de leerlo hace unos años, mientras viajaba en micro a Mendoza con mi amigo Andrey. Su lectura fue memorable: nos alternábamos una página cada uno, leyendo en voz alta y molestando a los pasajeros circundantes durante las cuatro horas y media que habremos tardado en leer el relato.

Por fuera de lo divertido de las circunstancias, el cuento me gustó mucho. Trata de un largo monólogo de un animal pequeño, que yo imaginaba como una especie de castorcito, con evidentes delirios de persecución y que construye incansablemente una madriguera para protegerse.

A primera vista, como todo en Kafka, parece no tener sentido: el pequeño animal no termina nunca de construir su pequeña madriguera y el supuesto peligro jamás aparece. Entretanto, el protagonista sufre muchísimo su condición de desprotegido y amenazado. Por lo que leí, algunos afirman que es una metáfora de su propia obra o que está relacionado a la civilización que construye el hombre, ideas que mucho no me convencen.

Kafka dota al pequeño roedor de un pensamiento humano, y lo que destaca de este pensamiento es el miedo constante a amenazas que no existen. El tema es que este miedo es el motor para crear una gran y perfecta madriguera, y esta construcción da sentido a la vida del pequeño mamífero, de la misma manera que nosotros damos sentido a nuestras vidas creándonos muchas veces problemas que no existen.

Claro, ésta es mi lectura, así como puede haber otras igual de válidas, y lo genial de Kafka es precisamente eso: sus cuentos abren un abanico infinito de posibilidades que el lector debe completar con su imaginación.