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9 de julio de 2024

Textos de Jorge Luis Borges (1922)

• Prismas: sala vacía (1922) [publicado en Ultra Nº 22, Fervor de Buenos Aires y Textos recobrados]

Poema del que no entendí nada. 

• Escaparate (1922) [publicado en Tableros Nº 3 y Textos recobrados

Prosita. La frase: “Así yo ignoraré mis amores, así yo deberé desconocerte”. 

• Un canto resignado (1922) [Publicado en Ultra Nº 23 y Textos recobrados

Traducción de poema de otro.

• Tarde lacia (1922) [publicado en Tableros Nº 4 y Textos recobrados]

Poema de 11 líneas, medio de amor.

• Siesta (1922) [publica en Ultra Nº 24 y Textos recobrados

Poema de 12 líneas que no me generó nada. 

• Manifiesto (1922) [publicado en Prisma Nº 2 y Textos recobrados

Editorial de Prisma Nº 2. Está bien. 

• Atardecer (1922) [publicado en Prisma Nº 2, Fervor de Buenos Aires y Textos recobrados]

Poema de 12 líneas. Nada.

• Al oportuno lector (1922) [publicado en Proa Nº 1 y Textos recobrados

Vuelve con lo de siempre: ¿qué es el ultraísmo? 

• Noche de San Juan (1922) [publicado en Proa Nº 1, modificado en Fervor de Buenos Aires, recopilado en Textos recobrados

Poema de 13 líneas. Nada.

• El cielo azul es cielo y es azul (1922) [publicado en Cosmópolis Nº 44 y Textos recobrados]

¿Qué existe? Va y viene, va y viene, es difícil pero está bien también.

• Sábado (1922) [publicado en Nosotros Nº 160, modificado en Fervor de Buenos Aires y recopilado en Textos recobrados]

Poema de 14 líneas. Nada. 

• Forjadura (1922) [publicado en Proa Nº 2, Fervor de Buenos Aires y Textos recobrados]

Poema de 18 líneas. Un poco romántico. 

• La nadería de la personalidad (1922) [publicado en Proa Nº 1 y en Inquisiciones]

Dice que el “yo” no existe. “No hay tal yo de conjunto. Cualquier actualidad de la vida es enteriza y suficiente. ¿Eres tú acaso al sopesar estas inquietudes algo más que una indiferencia resbalante sobre la argumentación que señalo, o un juicio acerca de las opiniones que muestro?”. 

• Manuel Maples Arce: Andamios interiores (1922) [publicado en Proa Nº 2 y en Inquisiciones]

Analiza el libro del mexicano con bastante cariño. Basa su estudio en las metáforas, como tantas otras veces en sus primeros textos críticos.

Portada de Proa Nº 1

3 de diciembre de 2017

Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (Oliverio Girondo) [1922]

Aclaro, antes que nada, que no me gusta mucho la poesía. Me parece honesto arrancar por ahí. Leí Veinte poemas para ser leídos en el tranvía para la materia Literatura Argentina II de la carrera de letras y tampoco me gustó demasiado.

Como dice el título, es un libro con 20 poemas escritos por el argentino Oliverio Girondo. En la Universidad de Lomas de Zamora me contaron que lo trascendente de estos poemas es que son muy diferentes a los que se habían escrito hasta ese momento y que forman parte de la primera obra de la vanguardia literaria que hubo en la Argentina durante la década de 1920. No me pidan que les explique acá qué es la vanguardia, porque es un término muy complejo.

Para un trabajo práctico tuve que analizar cuatro poemas de Girondo, dos de ellos de este libro, así que copio ese análisis acá, no sé bien por qué:

"Girondo aparece, al menos en la primera mirada, como más rupturista que Borges y González Tuñón. Además de apoyarse en la metáfora, apela a la sinécdoque y a la metonimia. El mejor ejemplo resulta Croquis en la arena, donde una persona con la mitad del cuerpo dentro del mar se convierte en piernas amputadas; una foto tomada a una mujer se transforma en fotógrafos que venden los cuerpos de las mujeres; y una gaviota en el vuelo destrozado de un pedazo blanco de papel.

Es en Girondo donde se expresa con más claridad una de las principales propuestas vanguardistas: ver con ojos nuevos aquello que ya vimos muchas veces. Así como Borges se dedicó a husmear sus esquinas, sus barrios, sus símbolos; y como González Tuñón puso la lupa sobre los objetos, en general despreciables; Girondo mirará los paisajes, la playa en Croquis en la arena, pero también, como enumera en Apunte callejero, los cafés, los automóviles, los movimientos al abrir una ventana, los quioscos, los faroles, los transeúntes".

Y, ya que estamos, copio el poema Verona, que me parece uno de los que mejor explican cómo escribía Girondo:

Verona

¡Se celebra el adulterio de María con la Paloma Sacra!

Una lluvia pulverizada lustra La Plaza de las Verduras, se hincha en globitos que navegan por la vereda y de repente estallan sin motivo.

Entre los dedos de las arcadas, una multitud espesa amasa su desilusión; mientras, la banda gruñe un tiempo de vals, para que los estandartes den cuatro vueltas y se paren.

La Virgen, sentada en una fuente, como sobre un bidé, derrama un agua enrojecida por las bombitas de luz eléctrica que le han puesto en los pies.

¡Guitarras! ¡Mandolinas! ¡Balcones sin escalas y sin Julietas! Paraguas que sudan y son como la supervivencia de una flora ya fósil. Capiteles donde unos monos se entretienen desde hace nueve siglos en hacer el amor.

El cielo simple, verdoso, un poco sucio, es del mismo color que el uniforme de los soldados.

4 de mayo de 2016

Trilce (César Vallejo) [1922]

Acabo de terminar Trilce, un libro de poesías del peruano César Vallejo que fue publicado en 1922. Y me generó esta reflexión.

La valoración que hago de una obra literaria, en este momento de mi vida, tiene tres niveles. El libro que cumple mis expectativas en los tres niveles, me gusta mucho. Si no lo hace en ninguno de los tres, me parece malo. Si cumple en uno o en dos, entra en terreno gris, de discusión, de "me gusta, pero...".

1) El primer nivel es el estético. El modo en el que está escrito, la creatividad, los recursos literarios, los giros argumentales. Todo lo que tiene que ver exclusivamente con la belleza, lo agradable, lo copado. Es la condición que menos me importa.

En este nivel se destaca Trilce: cada poema es un cachetazo a la lógica, tienen palabras inventadas, ideas curiosas, párrafos que aparecen alineados a la derecha o a la izquierda, faltas ortográficas escritas a propósito. César Vallejo es muy original y puede ser considerado un precursor del estilo estético de Juan Gelman, un escritor muy hermoso.

2) El segundo nivel es el ideológico. Y me importa más que el estético. Se trata de cuál es la intención del escritor, qué genera, qué nos quiere decir, qué le pasa a la persona luego de leer su obra. Si un autor es creativo y divertido, pero nos quiere enseñar que los negros son malos y los blancos son buenos, entonces su creatividad se va al tacho. Si, en cambio, propone desde su estética una forma distinta de pensar las cosas, ya que cree que el mundo está mal, y entonces hay que ordenarlo de nuevo, a su valor estético se suma el ideológico, y su libro me gusta el doble.

En el caso de Trilce, para ser sincero, la ideología está escondida, es difícil de definir. Y esto se conecta directo con el tercer nivel.

3) El tercer nivel es su dificultad. Si un libro está bien escrito y postula un mundo más justo, puede tener un problema grave: que lo entiendan muy pocos.

¿De qué sirve un libro que podría construir un planeta mejor si nadie lo entiende? Si yo escribo: "Redimirá el exesclavo aquel rojor al tomar posesión de lo aburguesado", tal vez una pequeña parte de la población podrá deducir que me refiero a que los descendientes de los oprimidos en siglos anteriores (pueblos originarios, africanos, la clase trabajadora) deben unirse para luchar contra la clase alta que los sigue oprimiendo para terminar con esa opresión y, así, honrar la sangre derramada de los que sufrieron en el pasado. Pero no sirve que sólo lo entiendan muy pocos: para cambiar el mundo, tenemos que ser muchos. Y para disfrutar de la literatura, también.

Un libro puede ser genial sin ser imposible de entender para una parte de la población. Si alguien escribe para unos pocos, no me interesa. Me parece egoísta. El arte tiene que llegar a la mayor cantidad posible de lugares.

Trilce, de César Vallejo, cumple con el primer nivel, pero no con los otros dos. Su estética es interesante, pero, al menos para mí, sus textos son difíciles de entender. Por eso, ni siquiera sé si comparto su ideología, porque no llego a descifrarla.

Como despedida, y para que entiendan un poco más de qué estoy hablando, transcribo uno de los poemas que representa mejor lo que quiero decir.

XXXII

999 calorías
Rumbbb... Trrraprrrr rrach... chaz
Serpentínica u del bizcochero
engirafada al tímpano.

     Quién como los hielos. Pero no.
Quién como lo que va ni más ni menos.
Quién como el justo medio.

1,000 calorías
Azulea y ríe su gran cachaza
el firmamento gringo. Baja
el sol empavado y le alborota los cascos
al más frío.

     Remeda al cuco; Roooooooeeeis...
tierno autocarril, móvil de sed,
que corre hasta la playa.

     Aire, aire! Hielo!
Si al menos el calor (__ __ __ __ __ _Mejor
no digo nada.

     Y hasta la misma pluma
con que escribo por último se troncha.

     Treinta y tres trillones trescientos treinta
y tres calorías.

19 de marzo de 2016

Nosferatu (película de 1922)

Nosferatu es una película dirigida por el alemán Friedrich Murnau. Fue estrenada en el año 1922, dura 90 minutos y su nombre original es Nosferatu, eine Symphonie des Grauens.

Se trata de una adaptación del libro Drácula. Supongo que tienen idea de la historia: existe un señor que muerde el cuello de las personas, chupa su sangre y las mata de ese modo. Y tiene extraños poderes sobrenaturales.

Lo bueno es que el argumento es claro; porque, en general, las películas de esa época son complicadas de entender. Lo malo es que es un poco previsible y de a ratos aburre.

Si les interesa el "cine clásico", el "expresionismo alemán" y todas esas cosas que queda bien disfrutar, mírenla. Si no, pásenla de largo.