4 de septiembre de 2015

Sacro Imperio Romano Germánico (983-1190)

Representación de Enrique III
Resumen de lo publicado. Alemania (también llamada Germania) fue habitado en la Edad Antigua por grupos aislados de celtas y por los germanos. Los queruscos y otros pueblos ocuparon luego la región, pero, en el año 434, fue invadida por los hunos, violento pueblo asiático. La desintegración de los hunos, en el 453, permitió que los que habían sobrevivido escapando (sajones, burgundios y alamanes) regresaran a territorio germano. Los francos conquistaron parte de Germania en el 476, hasta que, por el Tratado de Verdún, Luis el Germánico (843-876) fue reconocido como rey de la independizada Germania. El rey Arnulfo llegó a ser emperador de Occidente (896-899). Otón I (936-973) venció a los húngaros en Lechfeld (955), con lo que transformó a Germania en el principal estado de la Europa occidental. En el 962, fue coronado emperador, marcando el nacimiento del Sacro Imperio Romano Germánico, y no permitió que los papas fueran consagrados sin antes jurarle fidelidad. En el siglo XI, Germania se convirtió en el centro espiritual y religioso de Europa.

¿Cómo sigue la historia? El emperador Otón III (983-1002) intensificó la copia de manuscritos en monasterios. Fue expulsado de Roma en 1001, por el rechazo de la población. Conrado II (1024-1039) combatió al feudalismo en Italia y oprimió a Polonia.

Su hijo Enrique III (1039-1056) destinó parte del presupuesto del imperio al arte, dándole importantes riquezas a los principales artistas, aunque seguro que igual mandó a matar a muchos inocentes.

A partir del gobierno de Enrique IV (1056-1106), los problemas desbordaron a los emperadores, que además comenzaron a luchar con los papas para obtener mayor poder. A esa lucha por ver quién manejaba riquezas y designaba autoridades religiosas se le llamó “Querella de las investiduras”. Enrique V (1106-1125) terminó con la querella mediante el Concordato de Worms (1122).

Entre 1056 y 1152, Alemania vivió un siglo de luchas internas y de caos. El poder del emperador se redujo al mismo tiempo que aumentaba las de los señores feudales, que eran dueños de grandes extensiones de tierras que eran trabajadas por hombres explotados (“siervos”).

Federico Barbarroja (1162-1190) es considerado uno de los emperadores más importantes. Luchó contra enemigos externos (el papado), internos (las clases altas, que deseaban mayor poder) y, además, durante su reinado se hizo extremo el enfrentamiento entre una parte del imperio (se hacían llamar güelfos, y apoyaban al papa) y otra (los gibelinos, partidarios del emperador).

Las ciudades italianas se unieron, formando la Liga Lombarda, y en 1176 obligaron mediante acciones bélicas a Barbarroja que les permitiera una amplia libertad de comercio con muy bajos impuestos para el imperio. 

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