Le falta una manito de pintura. Techo de la cueva de Altamira. |
En 1880, el Congreso de Antropología de Lisboa había dictaminado que las pinturas de Altamira eran un fraude.
En 1902, tras el descubrimiento de nuevas pinturas rupestres en otras regiones, tuvieron que rectificarse: dijeron que son auténticas.
¿Quién nos asegura, entonces, que las verdades que nos juran ahora sean verdad?
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