En Egipto se había desarrollado una de las primeras y más importantes civilizaciones de la Historia. Esa cultura egipcia tradicional, que había evolucionado desde el año 3000 a.C., sufrió fuertes cambios con el principio del cristianismo y la integración de Egipto como parte del Imperio Romano (siglo I a.C.). Esto significa que el emperador de Roma era el que tenía el poder sobre la región.
Egipto fue perdiendo parte de su identidad e incorporando características de los romanos, que mantenían la administración y la explotación económica.
Cuando se formó el Imperio de Oriente, Egipto pasó a ser el abastecedor de granos de Constantinopla, capital imperial.
A finales del siglo IV se produjo el "cisma copto" (la separación de un grupo de la Iglesia oficial), que fue adoptado por el pueblo egipcio a pesar de las persecuciones del gobierno. Debilitado, el poder imperial egipcio no pudo oponerse a la conquista musulmana, impulsada en el año 616 por el califa Omar. Sin grandes dificultades, los nuevos conquistadores procedieron a la islamización de Egipto.
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