Según narran las leyendas egipcias, Shu y Tefnet fueron los primeros hijos de Ra. Tefnet dio a luz a hermanos gemelos: el primero en nacer fue Geb (Dios de la Tierra) y luego lo hizo Nut (Diosa del Cielo).
Ellos se amaban intensamente. Tanto, que durante mucho tiempo estuvieron lo suficientemente unidos para que, entre ellos, no quedara espacio para nada más. Ra, celoso, envió a Shu (Dios del Aire) para que los separe. Shu echó una maldición sobre Nut: no podría dar a luz durante ninguno de los 360 días del año.
Nut le rogó ayuda a Toth (Dios de la Sabiduría) para no sufrir esa condena. Él se apiadó de ella y le robó un poco de luz a la Luna para crear cinco nuevos días, durante los cuales nacieron los cuatro hijos de Nut: Osiris, Isis, Seth y Neftis. Por ello, Nut es llamada “La grande que da el nacimiento a los dioses”. Éste es el mito de la creación que, según los egipcios, dio origen al Universo.
Osiris e Isis se enamoraron en el vientre de su madre y pronto se convirtieron en marido y mujer. De esa unión nació Horus. Seth y Neftis también se casaron, pero no existió verdadero amor entre ellos. Esa unión no tuvo descendencia.
Isis era valiente y bella, la señora de la magia. Neftis era leal y dócil. Pero mientras Osiris era hermoso, noble y generoso, Seth era ambicioso, maligno y cruel. Siempre sintió celos de su hermano mayor y eternamente quiso quitarle el trono que legítimamente le correspondía.
Tortolitos. Osiris, Dios del Sol, e Isis, Diosa de la Luna. |
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