18 de junio de 2020

La batalla de Tucapel (1553)

Al terminar la escuela me quedó la sensación de que los genocidas españoles invadieron América en 1492 y hasta 1810 dominaron América del Sur y América Central casi sin oposición. Pero por suerte la invasión no pudo ser tan de golpe, y muchos pueblos originarios se defendieron heroicamente no solo para que miles de personas vivieran libres en el pasado, sino para que esos pueblos sobrevivan en el presente.

A la Argentina, ya lo estamos viendo, los genocidas no llegaron hasta 1516 (al Río de la Plata) y fueron rápidamente rechazados. Volvieron en 1536 (a Buenos Aires), y otra vez no pudieron esclavizar a la población. Para 1553 estaban invadiendo Tucumán y Santiago del Estero, con éxito moderado. Esto significa que entre 1492 y 1553, el 95% de la población de la actual argentina estuvo a salvo de los genocidas.

Chile corrió peor suerte y desde 1535 los españoles no detuvieron sus intentos de exterminio. Pero los mapuches, cuncos, huillches, pehuenches y picunches se unieron para enfrentarlos, dando inicio al enfrentamiento conocido como Guerra de Arauco.

Después de 18 años en los que no pudieron someter a los pueblos originarios, en 1553 los genocidas planearon la masacre final: la batalla de Tucapel. Todo el sur de Chile y de Argentina estaban poblados por personas libres y los españoles querían seguir sus asesinatos ahí.

Sé que esa batalla generó muchas muertes y dolor entre los pueblos originarios, pero no puedo dejar de celebrar, anacrónicamente, el triunfo de mapuches, pehuenches y demás aliados. Porque significó, para miles de personas, una vida entera mucho mejor que la que hubieran tenido.

Si la invasión española no terminó de avasallarlo todo en 1553 fue por su derrota en la batalla de Tucapel.

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