2 de junio de 2020

Francia (1547-1588)

• Resumen de lo publicado

La actual Francia fue ocupada por el Imperio Romano (siglo II a.C.) y por los francos (481). En el siglo VIII, el ejército francés puso fin al avance musulmán en Europa y Carlomagno fue coronado emperador por el papa. En el siglo IX, el Imperio Franco comenzó a dividirse; y de esa división nacieron Francia y Alemania. En el siglo XII, los reyes francos decidieron participar de las sanguinarias Cruzadas cristianas. Luis IX (1226-1270), fanático religioso que se hacía azotar la espalda con cadenas y lavaba los pies a los mendigos, decidió usar parte de las riquezas imperiales para impulsar actividades culturales para la clase poderosa, lo que culminó con el llamado Renacimiento del siglo XIII. Felipe IV (1285-1314) se enfrentó con el papa y obligó a que la santa sede se trasladara a Avignón (Francia). Durante el reinado de Felipe VI (1328-1350) comenzó la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra. Y no le fue bien, ya que los ingleses ganaron la mayoría de los territorios. Peor la pasó Juan II (1350-1364), que vivió cuatro años en cárceles inglesas. Sin rey, con los gastos que generó la guerra y ante la llegada de la peste negra (1347), Francia era un caos. La burguesía (comerciantes que ganaban más dinero del que necesitaban) empezó a disminuir sus ganancias; entonces, unió a las clases empobrecidas, y a campesinas y campesinos para exigir cambios al Estado. Las familias más poderosas (la nobleza) se unieron para reprimir esa justa lucha y ordenaron al ejército que evitara las manifestaciones del modo que hiciera falta, incluso con la muerte de las y los manifestantes. Carlos V (1364-1380), en lugar de mejorar la vida de su pueblo, invirtió las riquezas del Estado en reanudar la guerra contra Inglaterra. Recuperó territorios a costa de muchas vidas. Apoyado por los franceses de Borgoña, el rey de Inglaterra intentó conquistar Francia, pero Juana de Arco lideró al ejército que terminó expulsando a los ingleses. Carlos VII (1422-1461), rey gracias a Juana, no hizo nada para rescatarla cuando fue atrapada. Al terminar la Guerra de los Cien Años (1453), los franceses se habían liberado casi por completo del dominio inglés. En el siglo XVI, Francia tuvo un papel importante en los asuntos europeos y se convirtió en una potencia económica.

• ¿Cómo sigue la historia?

El reino de Francia formaba de las fuertes monarquías "absolutistas", en las que el rey tenía poder absoluto (no se le aplicaba ninguna ley), oprimía a la clase trabajadora y pactaba con las familias poderosas (nobleza). Ni la Iglesia católica podía oponérsele; solo los burgueses (comerciantes que acumulaban riquezas) y los protestantes (cristianos no católicos) eran una oposición real.

A los protestantes calvinistas los llamaban despectivamente "hugonotes", y pese a que fueron perseguidos durante el reinado de Enrique II (1547-1559), crecieron en número y poder hasta formar un ejército.

El enfrentamiento entre el rey y los "hugonotes" generó ocho guerras de religión durante 36 años (1562-1598) que arruinaron la vida de campesin@s, artesan@s, jornaler@s y otras personas trabajadoras.

Francisco II (1559-1560) gobernó muy poco tiempo: murió de otitis a los 16 años.

Carlos IX (1560-1574) era apenas un niño cuando fue proclamado rey, por lo que su madre Catalina de Médicis fue la verdadera gobernante. Así, en 1572, Catalina planificó la Noche de San Bartolomé, en la que invitó a muchos "hugonotes" a la boda de su hija para asesinarlos a traición.

Ni siquiera los reyes se salvaron de la masacre: Enrique III (1574-1589) fue asesinado por un fraile católico.

La enciclopedia del estudiante, de Editorial Santillana, nos cuenta que "en Francia, las guerras de religión mantuvieron al país en guerra civil entre 1562 y 1594, hasta que Enrique IV fue nombrado rey y restableció el orden interno".

La Historia Universal, de Editorial Sol 90, explica: "La consolidación de un estado francés ajeno a las influencias religiosas necesitó un largo proceso, que incluyó ocho guerras y miles de asesinatos, entre ellos los de dos monarcas que sufrieron en carne propia la intolerancia".

Retrato del rey Enrique II

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