En este blog, a veces dudamos y nos preguntamos si es necesario escribir textos sobre personas que nos resultan desagradables e injustas. Y la respuesta, siempre, es sí: es necesario escribir textos sobre tipos como Lucio Cornelio Sila para dejar claro que los detestamos, que repugnamos lo que hicieron, que nos oponemos a quienes actúan como él.
Lucio Cornelio Sila fue uno de los tantos que se obsesionó con gobernar Roma en la Edad Antigua, pero él lo hizo con los métodos más escabrosos y crueles. Nombrado cónsul en el año 88 a.C, en su lucha por lograr más poder ordenó a sus soldados que asesinaran a todo el que se le opusiera, e hizo públicos los nombres de los que alguna vez no lo apoyaron. Hasta juntó a 6.000 romanos que no pensaban como él y, mientras se burlaba de ellos, los torturó. Terminó acuchillándolos a todos.
Un injusto como él acumuló poder y, ya en el año 81 a.C., era dueño del Imperio Romano. Creó una verdadera dictadura en la que le quitó a los plebeyos muchos de los derechos que habían conseguido y controló todas las herramientas del Estado para que nadie pudiera oponérsele.
Fueron años tristes y sangrientos para Roma, como pocas veces. En el año 79 a.C., una vez que aplicó las reformas que se le antojaron y que asesinó a cuantos quiso, Sila abandonó el poder para vivir sin presiones. La justicia poética llegó, porque disfrutó poco tiempo de su masacre y murió por enfermedad un año después.
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