En los siglos que pasaron entre su fundación (753 a.C.) y el siglo III a.C., Roma no tuvo literatura propia: se leían obras de otras regiones. En el año 240 a.C. se representó por primera vez una obra de teatro griega en el idioma de los romanos: el latín. A partir de entonces comenzaron a escribirse obras en Roma, especialmente comedias, género en el que se destacaron los autores Plauto y Terencio.
Otros escritores que alcanzaron popularidad fueron Lucrecio, Ausonio, Germánico y Manilio, en lo que se denominó poesía didáctica, que tenía que servir para que los romanos aprendieran a disfrutar de la cultura.
En el género épico, el escritor principal fue Ennio (239-169 a.C.), que creó los Annales (donde contó la historia de Roma) y Saturae. También lograron prestigio Nevio y Lucano.
La lírica (poesía) se inició en el siglo II a.C. con Lutacio Cátulo (de quien
se conserva toda su producción literaria) y sus epigramas eróticos.
Otros autores destacados fueron Helvio Cina (escribió Zmyrna), Valerio
Catón (Lydia y Dyctinna), Licino Calvo, Cornificio, Furio Bibáculo y
Terencio.
El primer historiador romano que escribió sin limitarse a enumerar hechos fue Salustio Crispo (86-35 a.C.), autor de La conjura de Catilina y La guerra de Yugurta.
El emperador Julio César escribió un diario de guerra, Comentarios sobre la guerra de las Galias.
Ya en el siglo I a.C. aparecieron Virgilio (escribió Bucólicas, Georgicas y La Eneida), Horacio Flaco (Sátiras y Epístolas), Ovidio (Metamorfosis) y Tito Livio (Ab urbe condita).
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