Durante el Imperio Romano, más precisamente entre los siglos I y IV, las mujeres podían acceder a pocos cargos importantes: emperatriz (esposa del emperador) y... no se me ocurre ninguno más. Con suerte, poetisa: tenías que ser una escritora brillante y vivir en alguna época donde el arte no estuviera prohibido para las mujeres.
Uno de esos cargos relevantes lo aprendí hace poco: podías ser vestal. ¿Qué eran las vestales? Sacerdotisas que estaban "consagradas" a la diosa del hogar de los romanos, llamada Vesta. Ser consagradas significaba que eran las encargadas de cumplir y hacer cumplir todos los rituales que la religión exigía para satisfacer a Vesta. El más importante, mantener encendido el fuego sagrado del templo.
Las vestales eran varias (de dos a seis, según la época). Tenían que ser de padres prestigiosos y no haber tenido relaciones sexuales. Las elegía el emperador y duraban treinta años en el cargo. Si el fuego del templo se les apagaba, eran brutalmente golpeadas por miembros del ejército romano.
En el año 394, cuando la fe en los dioses romanos perdió fuerza y el cristianismo se impuso, el emperador Teodosio decretó el fin de la veneración a Vesta y, por tanto, de la ocupación de las vestales.
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