"Antes de beber la cicuta y morir, Sócrates pidió a un amigo que se encargara de devolver un gallo que le estaba debiendo a un tal Asclepius. Uno simpatiza con este gesto y con este hombre capaz de recordar sus pequeñas deudas cuando estaban por matarlo. Sin embargo, es posible sospechar un oculto deseo de lucirse. Tal vez Sócrates quería hacer inolvidable esa escena y juzgó elegante adornarla con una demostración de desdén metafísico. En realidad no le importaba pagar sus deudas sino mostrar la grandeza de su espíritu".
Extraído de Últimas palabras, cuento de Alejandro Dolina publicado en El libro del fantasma.
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