"Beso los pies de mi diosa, me prosterno ante ti. ¿Hasta cuándo, diosa mía, a quien conozco o no conozco, no se aplacará tu corazón enojado? El hombre es necio, no sabe nada. La humanidad, todos los que existen, ¿qué saben? Ni siquiera saben si están cometiendo pecado o haciendo bien".
Fragmento de una oración asiria, milenio I a.C.
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