Relieve sasánida que representa la lucha entre el bien y el mal |
Los sasánidas derrotaron a los partos y se adueñaron de todos sus territorios. El primer rey sasánida fue Ardacher (222-241). La vida de los persas, bajo gobierno sasánida, casi no se modificó respecto a la que tenían con los partos. Pero hubo dos modificaciones importantes en la estructura: los sasánidas formaron un Estado fuerte, con muchos funcionarios y un ejército numeroso; y además tenían como objetivo expulsar a los romanos de Asia.
Consiguieron la denominación de "imperio" (pueblo cuyo objetivo es expandirse a otras regiones) por su segundo rey, Sapor I (241-272), que comenzó a invadir nuevos territorios, incluso el Imperio Romano. Sapor I capturó al emperador de Roma, Valeriano, algo que nadie había conseguido en la historia, y lo mantuvo apresado desde el año 259 hasta el 260, cuando Valeriano murió.
También Sapor murió, pero en 272, y su muerte significó debilidad y oscuridad para los sasánidas. Sin fuerzas para nuevas guerras, el rey Narsés evitó luchar contra Roma (año 297) cediéndole territorios.
El deseo imperialista de los sasánidas renació en el larguísimo reinado de Sapor II (310-379). Cuando el Imperio Romano declaró al cristianismo como religión oficial, el Imperio Sasánida comenzó a perseguir a los cristianos que vivían en Persia para desafiar a Roma. Sin respuestas, decidió directamente invadir territorios romanos y recuperó así la Mesopotamia y Armenia.
Los siguientes reyes sasánidas (Ardacher II, Sapor III, Bahram IV, Yezdegard I) se dedicaron más a intervenir en las peleas internas del reino que a cuidar las fronteras y el bienestar del pueblo.
El último gran rey fue Cosroes I (531-579). No sólo fortaleció todos los territorios sino que conquistó Yemen, con lo que el Imperio Sasánida alcanzó su máxima extensión. Para terminar con los caprichos de la clase alta y del clero, dividió el territorio en cuatro y puso cuatro jefes distintos para liderarlos.
Sin embargo, la muerte de Cosroes I dejó al imperio sin un liderazgo claro. Ormuz IV (579-590) y Cosroes II (590-628), aprovechando las riquezas acumuladas por Cosroes, fueron los últimos con extensos reinados. Luego, los sasánidas se vieron envueltos en el malestar de la población y en una lucha de poder en la que hubo siete reyes en apenas ocho años.
Los conflictos con el poderoso Imperio Bizantino fueron permanentes desde el año 590 (en Antioquía, Damasco, Jerusalén, Egipto) y, aunque los sasánidas dieron batalla, fueron perdiendo territorios y quedaron débiles ante la llegada de los árabes, que en el año 651 invadieron sus regiones y pusieron fin al imperio.
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