26 de abril de 2018

Sacro Imperio Romano Germánico (1512-1612)

Mapa del año 1530
Resumen de lo publicado. Alemania fue habitada en la Edad Antigua por celtas y germanos. En el año 434 fue invadida por los hunos. La desintegración de los hunos, en el 453, permitió que los que habían escapado (sajones, burgundios y alamanes) regresaran al territorio. Los francos conquistaron parte de Germania en el 476, hasta que Luis el Germánico (843-876) fue reconocido rey de la independizada Germania. Otón I (936-973) transformó a Germania en el principal estado de la Europa occidental. En el 962 fue coronado emperador: nacía así el Sacro Imperio Romano Germánico. En el siglo XI, Germania se convirtió en centro religioso de Europa. A la lucha de los emperadores contra los papas para obtener mayor poder se la llamó “Querella de las Investiduras". Entre 1056 y 1152, Alemania vivió un siglo de caos. El poder del emperador se redujo y aumentó el de los señores feudales. Durante el reinado de Federico Barbarroja (1162-1190) se enfrentó una parte del imperio (los güelfos, que apoyaban al papa) contra otra (los gibelinos, partidarios del emperador). Las ciudades italianas se unieron y obligaron a Barbarroja a cederles libertades para comerciar. El siglo XIII fue de decadencia. La Iglesia volvió a imponerse como el máximo poder en Europa, y las ciudades ganaron mayor independencia. El imperio se había conformado gracias a la entrega de tierras a la clase alta para que apoyara al emperador; pero, por eso, el emperador nunca pudo acumular riquezas y aumentar su poder. Cuando Federico II (1216-1250) llegó al trono, la situación era negativa. Organizó Cruzadas contra la voluntad del papado y, por eso, fue excomulgado por el papa. Tras su muerte llegó el "gran interregno alemán", donde no hubo emperador. Las ciudades empezaron a crecer en importancia. La figura de emperador recién volvió a utilizarse con Enrique VII (1308-1313). Tras la muerte de Carlos IV (1347-1378) llegó otra larga etapa sin emperador, y con distintos reyes gobernando cada provincia del imperio. Esta situación se modificó con Segismundo (1433-1437) y Federico III (1452-1493), que prefirió quedarse en Viena (Austria), donde contaba con mayor apoyo. Por ese motivo el resto de las ciudades se estancaron y mostraron signos de decadencia social y conflictos internos; pero también consiguió, a través de pactos y matrimonios expandir al imperio. A finales del siglo XV, el vínculo con el reino de Hungría se convirtió en enfrentamiento por diferencias entre Federico y el rey húngaro Matías Corvino. Federico y los germanos huyeron de Viena hasta la muerte de Matías, en 1490. Recién entonces el imperio recuperó los reinos de Bohemia y Hungría. Maximiliano I (1493-1519) acordó con los duques del imperio una reforma, tras la cual el emperador cedió todavía más poder; y se conformó un Tribunal que participaría en las principales decisiones. En 1512 cambió la denominación: el territorio comenzó a llamarse Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana. ¡Qué nombre largo!

¿Cómo sigue la historia? Un dato importante: a comienzos del siglo XVI, el Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana incluía territorios que hoy pertenecen a Alemania, Austria, República Checa, Italia, Suiza, Holanda, Bélgica y Eslovenia. Ahora sí, sigamos con su historia.

Carlos V (1519-1558) es recordado por haber sido el último rey europeo que intentó construir un único imperio universal y cristiano.

Gobernó un imperio que incluía territorios del Sacro Imperio más los que heredó de sus abuelos maternos (los reyes católicos) y su abuelo paterno (Maximiliano I). Afrontó continuos conflictos en todas esas tierras: en Castilla y Aragón hubo crisis social; en Italia, peleó contra el rey de Francia; el Imperio Otomano invadió las fronteras; y en el Sacro Imperio había demasiadas injusticias, que llevaron a un justo levantamiento de campesinos, del que hablo en otro texto de este blog.

Tantos conflictos generaron que Carlos V viviera 19 años en España y 14 en Alemania, y visitara 10 veces Flandes, seis veces Francia y cinco veces Italia.

"Los beneficios de la pujanza capitalista no alcanzaron a la inmensa mayoría de la población. En 1525, los campesinos alemanes, encabezados por Thomas Münzer, protagonizaron una revuelta que fue sofocada salvajemente" (Historia Universal, tomo 9, editorial Sol 90).

Carlos V se creó tantos enemigos que contra él se formó la liga de Cognac (1526), formada por los ejércitos de Francia, Venecia, Génova, Milan, Florencia y el de la Iglesia católica. Perdió el respeto general cuando sus tropas saquearon dos veces Roma y apresaron al papa. Sin embargo, sobrevivió y fue coronado rey de Italia en 1530.

Donde se vio debilitado fue en el aspecto religioso. No pudo encarcelar a Martín Lutero, líder de la Reforma Protestante, y se fundaron numerosas iglesias luteranas que no dependían del imperio. Recién en 1546, tras la guerra de Esmalcalda, detuvo por la fuerza su acumulación de poder.

Finalmente, Carlos V comenzó a perder. En 1552, los ejércitos de los príncipes germanos lo obligaron a huir de la ciudad donde vivía (Innsbruck); y en 1555 se firmó la Dieta de Augsburgo, en la que católicos y protestantes determinaron límites para convivir pacíficamente.

En 1556, Carlos cedió el poder a sus familiares pero tuvo poca paz: murió en 1558.

Fernando I (1558-1564), hermano menor de Carlos V, se quedó con el Sacro Imperio y dependió, para mantener su poder, de la ayuda de las ciudades de Austria y de pagar tributo al Imperio Otomano.

Maximiliano II (1564-1576) tuvo que legitimar el luteranismo ya que, si no lo hacía, perdía el apoyo de la nobleza de Austria, que era luterana. Y no sólo los austríacos: se estima que el 70% de la población del imperio era protestante.

La situación religiosa y política cambió durante el gobierno de Rodolfo II (1576-1612). Para aumentar el poder de los católicos y disminuir el de los protestantes, le dio lugar en la corte a las personas jesuitas e inició una serie de reformas en la Iglesia para limitar la difusión de las religiones protestantes, lo que generó que muchas personas tuvieran que huir del Sacro Imperio a otras regiones con mayor tolerancia.

¿Quiénes eran los jesuitas? Personas que se consideraban católicas y que eran una herramienta menos violenta para difundir el catolicismo que la Iglesia católica, cuyos métodos era cerrados, crueles y asesinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario