Michinaga-no-Fujiwara, poderoso en los siglos X y XI |
Japón está compuesto por 4068 islas. Algunas de ellas fueron pobladas por distintas pequeños pueblos hace decenas de miles de años, pero el estado japonés (o sea, la unión de la mayoría de esas islas mediante leyes y gobernantes comunes para todos) comenzó a crearse alrededor del año 300.
Desde el año 300 hasta el 700 hubo un período de expansión. Esto significa que el gobernante decidía invadir nuevas islas para imponer esas leyes comunes, y que los habitantes, o bien aceptaban, o bien eran derrotados por la fuerza.
En el año 538, a través de sus contactos con personas coreanas, los japoneses proclamaron al budismo como la religión oficial en la región.
En el año 702 se compilaron las leyes en un texto llamado Codigo Taího, que, con reformas, perduró hasta 1912.
Durante el Período Nara (710-794) se instauró un gobierno burocrático. O sea que el Estado contrataba a muchas personas que no generaban nada (ni comida, ni herramientas, ni arte) sino que controlaban que todos cumplieran las leyes. Una especie de AFIP gigante. Dicen los historiadores que esos fueron buenos años para Japón, de "prosperidad", pero esas cosas siempre son relativas en la Historia.
El Período Heian (794-1185) estuvo marcado porque los japoneses dejaron de copiar todo de los chinos y empezaron a crear una cultura propia: distinta forma de vestir, de construir, de relacionarse, de vivir. En esa época aumentó mucho la corrupción en el Estado. Corrupción, en ese caso, es que las personas que trabajaban para el gobierno hacían mal su trabajo a propósito; o ganaban más dinero o bienes de los que debían; o abusaban de su poder. Las mismas cosas que pasan en la actualidad.
Fujiwara Yoshifusa gobernó entre 804 y 872 y aprovechó para acomodar a toda su familia en los principales puestos del Estado japonés. En ese siglo, más de 500.000 personas vivían en la capital, Heian (actual Kyoto).
Michinaga-No-Fujiwara (996-1027) fue otro poderoso líder del clan, que incluso llegó a tener tanto poder como el emperador de Japón.
Ese clan, el de los Fujiwara, fue perdiendo poder, y aparecieron otros dos clanes (familias numerosas, poderosas y con objetivos comunes) que lucharon por el poder: los Taira y los Minamoto, que al final se quedaron con el gobierno de Japón.
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