Grabado de Francois Guizot, 1883 |
En un post anterior intentamos explicar por qué Clodoveo fue importante
en la Historia. Aquí tenemos un motivo más: protagonizó una de las leyendas
más recordadas del siglo V, la del jarrón de Soissons.
En el año 486 se produjo la Batalla de Soissons, en la que los francos,
liderados por Clodoveo, derrotaron a un pueblo dirigido por Siagrio. Durante uno de los saqueos a iglesias que hubo, los francos
encontraron un jarrón grande y hermoso en la de Reims, y se lo quedaron.
Remigio, obispo de Reims, mandó un mensajero para pedirle a Clodoveo
que devolviera el jarrón. Clodoveo quería mantener buenas relaciones con la Iglesia católica, pero, según las costumbres de los francos, lo que se obtenía
durante las guerras debía repartirse al azar entre los guerreros, incluido el
rey.
Clodoveo le dijo al mensajero que lo siguiera hasta Soissons, donde se
produciría el reparto; y, antes de comenzar, preguntó a su ejército si,
además de la parte que le tocara, podía quedarse con el jarrón. Todos
accedieron, excepto uno, que rompió el jarrón con su hacha y gritó:
-¡No recibirás más que lo que la suerte te dé!
Todos quedaron sorprendidos, pero como al guerrero lo defendían las
leyes de los francos, no pudieron castigarlo.
Clodoveo entregó lo que quedaba del jarrón al mensajero y, semanas
después, convocó a sus guerreros para constatar que tuvieran sus armas
brillantes y en buen estado. Cuando pasó frente al que rompió el jarrón, dijo
que su lanza y su hacha estaban en mal estado, y las tiró al suelo. El tipo se
agachó a levantarlas, y en ese momento Clodoveo le atravesó el cráneo con su
hacha.
-Lo mismo le hiciste al jarrón de Soissons –le dijo.
La moraleja, al parecer, es que las decisiones del rey están por encima
de la ley. Malísimo, Clodoveo. Acá, en este blog, no te queremos ni un poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario