Groenlandia es una isla gigante que está entre América del Norte y Europa. Y donde hace mucho, mucho frío.
Fueron pocos los valientes que se animaron a vivir ahí en la Edad Antigua. Siempre fue una isla bastante deshabitada.
En el año 982, a un vikingo llamado Erik el Rojo lo echaron de Islandia por diversos crímenes que había cometido. Le dijeron: “Andate donde quieras, pero andate”.
Entonces se subió a un barco y se fue. Llegó a una isla grandota, que tenía algo de pasto y bastante hielo. Erik, que solo no podía hacer demasiado, volvió a Islandia, donde el frío generaba mucho sufrimiento, a contarles a todos su descubrimiento y a ofrecerles vivir ahí.
Para convencerlos, les dijo que era una gran “tierra verde” (Gronland, en danés), y se llevó a unos cuantos criminales y amigos con él. Todos imaginaron un paraíso de sol y vegetación. Cuando llegaron, se dieron cuenta de que esa tierra verde era más bien blanca, porque estaba cubierta de hielo, pero ya era tarde. Allí vivieron hasta el final de sus días: en Groenlandia.
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