Alfonso VIII de Castilla |
¿Cómo sigue la historia? El siglo XIII fue una época de grandes conquistas para los reinos españoles, que terminaron con la sumisión de los musulmanes.
Alfonso VIII de Castilla (1158-1214) encerró a los musulmanes en la región de Andalucía y estrechó relaciones con otros estados europeos. Fernando III (1217-1252) incorporó Córdoba, Sevilla y Murcia a los dominios cristianos, dejando a los musulmanes solamente el dominio de la ciudad de Granada.
El poder de los reyes se veía reducido por la cantidad de riquezas que ofrecían a los caballeros del ejército por su participación en las guerras. En las ciudades de Zaragoza y Barcelona, por ejemplo, existía una gran actividad mercantil, y allí fue formándose una clase social (llamada burguesía) que se conformaba por comerciantes que comenzaban con pequeñas riquezas pero iban acumulando posesiones hasta convertirse en personas con mucho poder económico, al punto que podían prestar dinero a cambio de grandes tasas de interés.
Hacia mediados del siglo XIII se había producido una división político-territorial que fue llamada la España de los cinco reinos: Reino de Portugal, Reino de Navarra, Corona de Castilla, Corona de Aragón y Emirato de Granada.
Alfonso X el Sabio (1252-1284) descuidó el gobierno de la Corona de Castilla, pendiente de ocupar el trono del Imperio Germano. Lo destronaron, pero fue una de las personalidades más sobresalientes de su tiempo en el plano cultural.
La Corona de Aragón, en tanto, fue ocupada largamente por Jaime I el Conquistador (1213-1276), que dividió posesiones entre sus dos hijos.
Existió un clima de cierto "bienestar", en el que aumentó la población y hubo un poco más de estabilidad política, hasta el siglo XIV, cuando Europa sufrió una gran hambruna y a la terrible peste negra, que mató a un tercio de su población.
Para sostener los gastos administrativos, los reyes aumentaron el valor de los impuestos, lo que generó numerosas protestas de campesinos.
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