Las Cruzadas fueron sangrientas y asesinas invasiones que la Iglesia cristiana organizó con el fin de obtener más tierras, riquezas y poder de los que ya tenía. En las tierras invadidas vivían personas que no creían en lo que los obligaba a creer la Iglesia.
La Tercera Cruzada se inició a causa de la toma de la ciudad de Jerusalén por el irakí Saladino, según "explicó" la Iglesia.
El entonces rey de Jerusalén, Guido de Lusignac (1186-1192) reunió a doce mil caballeros y quince mil infantes para enfrentar al ejército de Saladino sin esperar refuerzos del exterior, pero fue derrotado en la batalla de Hattin, al norte del Tibiríades (1187), y hecho prisionero.
La noticia aceleró una nueva expedición organizada por el papa Gregorio VIII y dirigida por el emperador de Alemania, Federico I Barbarroja, que murió en ella; por el rey de Inglaterra, Ricardo Corazón de León, que conquistó la isla de Chipre; y por el rey de Francia, Felipe II Augusto.
Esta cruzada tampoco logró su objetivo a pesar de la toma momentánea de la ciudad San Juan de Acre. Para peor, Ricardo tuvo que ceder la isla de Chipre a Guido de Lusignac (1192) para compensarle la pérdida de su reino.
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