Durante la Edad Media, determinadas enfermedades suponían la expulsión de la sociedad y la reclusión en centros o áreas determinados.
La locura era causa de internamientos sin tratamiento. A los lisiados, la Iglesia les negaba las órdenes mayores y menores: los expulsaba.
Los que sufrían lepra (verdadera plaga de la época) debían vivir fuera de la ciudad, hacerse notar golpeando unas tablillas cuando alguien se acercaba; en el III Concilio de Letrán (1179) se ordenó que cada leprosería tuviera su cementerio, para que la expulsión continuase incluso después de la muerte. Qué triste.
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