Retrato de Enrique II Plantagenet |
¿Cómo sigue la historia? Enrique II Plantagenet (1154-1189) gobernó Inglaterra y extensos territorios en Francia. A ellos, unió la ciudad de Aquitania por su enlace con Leonor. La mayor parte de su reinado lo pasó en Francia. En Inglaterra gobernaba entonces Tomas Becket, quien ayudó al rey a que cada vez más decisiones y riquezas dependieran de sus decisiones y las de sus funcionarios.
Enrique II se propuso limitar los privilegios de la Iglesia, lo cual lo enfrentó con Becket, que era sacerdote. Cuando el rey promulgó la Constitución de Clarendon (1164), Becket, ofendido, se marchó a Francia. A su regreso fue asesinado (1170) y se produjo tal reacción popular que el rey se vio obligado a anular dicha constitución. Aunque fracasó en su política religiosa, Enrique II realizó una notable labor en la acumulación de poder.
A fines del siglo XII, durante el reinado de Ricardo Corazón de León (1189-1199), Francia e Inglaterra comenzaron a enfrentarse. El rey Luis VII de Francia impulsó a Juan Sin Tierra (1199-1216) para que llegara al trono inglés, pero cuando Juan se convirtió en rey comenzó a tomar sus propias decisiones. Se inició así la llamada ‘Gran Guerra de Occidente’, que terminó con la pérdida de los ingleses de todos los dominios que tenían en Francia, excepto Aquitania.
Caído el imperio de los Plantagenet y arruinado el tesoro nacional por los gastos que había generado la guerra, Juan Sin Tierra buscó el apoyo del papa Inocencio III y le entregó la propiedad de buena parte del territorio inglés en 1213. La clase alta inglesa y la burguesía se unieron para oponerse y lo obligaron a firmar la Carta Magna (1215), documento por el cual el clero y la nobleza quedaban exentos de pagar impuestos extraordinarios sin la aprobación de un consejo formado por nobles, obispos y caballeros. O sea, ellos mismos decidían qué pagar y qué no.
Enrique III (1216-1272) intentó defender la herencia Plantagenet en Francia, pero debió firmar el Tratado de París, por el que sólo conservaba Aquitania y Guyena. Trató de abolir la Carta Magna, pero fue peor: la nobleza lo obligó a firmar el Estatuto de Oxford (1258), en el que se establecía que el rey quedaba sometido a una junta nobiliaria. O sea, que las decisiones que tomaba el rey tenían que ser aprobadas por los nobles. Además, tenía que pagarle grandes sumas de dinero a la Iglesia por el trato que había hecho Juan Sin Tierra.
El rey intentó retomar su poder, pero fue derrotado por el noble Simón de Montfort (1264), que gobernó como dictador hasta que el príncipe Eduardo lo venció en 1265.
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