“Ahora independientes, nuestra condición ha empeorado: más esclavos que nunca llevamos en la imaginación el tormento de haber perdido o más bien vendido una libertad que nos costó grandes sacrificios”.
“El pueblo argentino sólo deseaba paz, orden, libertad. ¿Qué le dieron nuestros gobernantes, los encargados de su bienestar y progreso? Tiranía, tumultos, robos, saqueo, asesinato”.
“Confesemos ingenuamente que después de 26 años de vida política sólo tenemos por resultado positivo la independencia, que nuestra literatura y nuestra filosofía están en embrión”.
“Pertenecemos a una raza privilegiada, a la raza caucasiana, mejor dotada que ninguna de las conocidas, de un cráneo extenso y de facultades intelectuales y perceptivas”.
“El humilde artesano puede en su taller bastarse a sí mismo para ganar lo suficiente para la vida y satisfacer sus limitados deseos (…) En un pueblo como el nuestro donde se vive con poco porque se desea poco, el interés individual suele dormirse y necesita el estímulo de la autoridad”.
“Los habitantes de nuestra campaña han sido robados, saqueados, se les ha hecho matar por millares en la guerra civil. Su sangre corrió en la de la Independencia, la han defendido y la defenderán, y todavía se les recarga con impuestos, se les pone trabas a su industria, no se les deja disfrutar tranquilamente de su trabajo, única propiedad con que cuentan mientras los ricos huelgan”.
(Esteban Echeverría, “Primera lectura” en El Salón Literario de 1837)
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