Las Églogas son tres poemas escritos por el español Garcilaso de la Vega entre los años 1525 y 1536.
Me tocó leerlas para la materia Literatura española II, de la Universidad de Lomas de Zamora. Y, aunque la profesora Rosa Audubert intentó explicar la maestría de estos textos, a mí no me gustaron. Entiendo sus detalles líricos, sus figuras retóricas y la cantidad de detalles complejos que podrían llegar a encontrarse, pero la verdad es que, si me pongo a leerlas de nuevo, me aburro de nuevo.
La Égloga II es en realidad la primera, en la que un pastor llamado Albanio cuenta su tristeza después de declararle su amor a una amiga que lo rechaza.
En la Égloga I continúan los desamores, en este caso de los pastores Nemoroso y Salicio. Ellos se muestran menos desesperados y angustiados que Albanio.
La Égloga III es la más agradable de leer, y en ella el desamor se convierte en una herramienta para el enriquecimiento espiritual.
Así contado, no está mal. Pero yo, que me perdonen todos, no las recomiendo ni a palos.
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