Por Leandro Ramos, escritor y profesor de literatura
Como verdadera alma sensible y justiciera, Lev Tolstói (1828-1910) tuvo una existencia torturada por sus propios ideales y la presión social y familiar.
Comenzó siendo un pequeño aristócrata hijo de nobles, hasta que la guerra y la madurez lo convencieron de lo injusta que es la desigualdad social. Vivía en una gran mansión junto a una esposa que no compartía sus ideales y jamás permitió, no obstante, que ningún sirviente entrara a su cuarto a servirle, sino que él mismo barría el piso y limpiaba sus cosas.
Era vegetariano y, cuando sus tareas se lo permitían, se levantaba temprano a trabajar la tierra. Con el tiempo, convirtió la mansión donde vivía en una escuela liberal de educación alternativa e influenció con su idea de “resistencia no violenta” al mismo Mahatma Gandhi.
Hay testimonios que aseguran que Tolstói fue el tipo más bueno de su época, y yo les creo totalmente.
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