Por Leandro Ramos, escritor y profesor de literatura
Almas muertas es una novela de Nikolai Gógol que me generó mucha expectativa, un poco por su gran título y otro tanto por el prestigio que goza entre la literatura rusa.
La obra nos cuenta la historia de un hombre que, para justificar su alta posición dentro de la sociedad, compra “almas”, es decir siervos, que ya habían muerto con el sólo fin de sumarlos a una lista de personas bajo su propiedad.
Hay que tener en cuenta que en 1842, año en que se publicó la obra, la esclavitud estaba permitida en Rusia y el tráfico de personas era cosa corriente. Hasta ahí vamos bien porque la novela es, en parte, una crítica a la sociedad rusa de ese momento, pero tiene un detalle tan decepcionante como imprevisto: ¡Gógol deja la obra sin final porque quema los últimos papeles!
Puede parecer un detalle menor, pero después de leer las más de cuatrocientas páginas en las que se extiende el argumento, ver que el autor no da ninguna explicación de nada y deja su obra totalmente inconclusa provoca una desilusión absoluta. Por tanto, recomiendo no leerla con tantas expectativas porque serán terriblemente defraudados.
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