Los textófagos es una recopilación de textos escrita (y con tapa ilustrada) por Felipe Bernardo Ramallo, un artista de Buenos Aires al que conocí durante una Feria del Libro Independiente y Autogestiva realizada en 2010; y que me regaló esta recopilación en una feria de 2015.
Son 44 páginas escritas en verso en las que Felipe muestra toda su abstracción y la influencia, reconocida por él mismo, del movimiento surrealista.
¿Qué quiero decir con eso? Que no encontraremos en sus poemas referencias a hechos positivistas, concretos, ni tampoco obviedades sentimentales. Ni nos contará en sus textos que finge dolor de muela para no admitir que le duele una mujer; ni tampoco declarará que el amor todo lo puede.
"Por suerte la muerte siempre es la muerte de otro", dice en Terrorismo, donde se le escapa, entre tanta bruma, una crítica social directa y cruda. Beledo y Durante vigilia reinava el inconciente (sic) son otros dos textos que realmente me gustaron. "Amar a los niños es luchar hasta la muerte por defender la magia", jura.
Monstruos indescriptibles, vacíos existenciales, enumeraciones, naturaleza, la opresión del sistema capitalista: los versos de Felipe son una procesadora que engullió todo eso, con un poco de incienso, y lo escupió en 44 páginas fotocopiadas.
A mí la poesía ya me queda incómoda, he perdido parte de mi ingenuidad, pero acepto la idea de que es necesario que el arte sea, en ocasiones, incómodo. Que moleste, que sea la punta de un cuchillo rozándonos la espalda. Mientras leía estos textófagos en el tren que recorre el sur de Buenos Aires, sin maravillarme, sentí un poco de esa incomodidad, de ese cuchillo. Pensé. Y eso, creo, es una de las mejores cosas que se puede decir de la literatura.
Genio Felipe!
ResponderEliminar