Así que agarré En la zona, su primer libro, con ganas. Pensé que eran cuentos independientes, pero pronto descubrí que eran textos con vínculos entre sí, que forman una especie de ecosistema: el del mundo criminal del litoral argentino de los años 50.
Una cosa que noté enseguida es que Saer trabaja un montón sus textos. Nada de sentirse inspirado y lanzarse a escribir 20 páginas: es evidente que piensa con detalles una estructura general (aunque parezca una contradicción) y después piensa cómo desarrollarla. Y en cada texto usa algún recurso diferente, una perspectiva, una persona, una forma de contar distinta a los anteriores.
También me parece que escribe "difícil" para nuestra época, con palabras que necesitan ser leídas dos veces para incorporarlas e imaginarlas, con mucha descripción y con relatos que a veces avanzan con más lentitud a la que estoy acostumbrado en este siglo XXI.
El libro tiene unas 150 páginas, habré leído unas 40 y decidí dejarlo. Se me ocurren excusas: la temática del "bajo mundo" y los códigos "mafiosos" no me atrapa para nada. Me pasaba incluso cuando el gordo Borges se apasionaba narrando historias de "compadritos", "malevos" y esas cosas.
Lo otro que me parece importante marcar es el contexto en el que intenté leerlo: en un trabajo de mierda, en el celular, en un formato incómodo de letras chiquitas, medio apurado para avanzar con las páginas en vez de disfrutarlas.
Hay autores y textos que logran derrotar a esos contextos oscuros e incómodos. Esta vez no fue el caso. Hace no tanto aprendí que cuando "hago fuerza" para avanzar con un libro es mejor dejarlo. Hay mucho por leer y ya no tengo 20 años.
Tranquilo, Saer, de todos modos: cuando en mi lista cronológica aparezca tu segundo libro, ahí estaré para intentarlo otra vez.
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