Estatua de Carlos V (1364-1380) |
¿Cómo sigue la historia? Felipe III el Atrevido (1270-1285) quiso ampliar el reino francés. Por eso participó en la cruzada contra Pedro III, rey de Aragón (España), que se había apoderado de Sicilia y parte de Calabria (Italia). El papa Martín IV excomulgó a Pedro (lo "echó" del cristianismo) y le entregó sus estados a Felipe. Él penetró en Cataluña con un gran ejército, pero fue derrotado y asesinado.
Felipe IV el Hermoso (1285-1314) también quiso controlar más tierras de las que ya gobernaba. En el año 1309 se enfrentó con el papa y, en un hecho relevante para el catolicismo, obligó a que la santa sede (el lugar donde vivían y acumulaban riquezas el papa y sus funcionarios) se trasladara a la ciudad de Avignón (Francia).
Luis X (1314-1316), Felipe V (1316-1322) y Carlos IV (1322-1328) fueron perdiendo poder y con ellos terminó el gobierno de la familia Capeto. El trono de Francia pasó a la familia Valois (1328-1498).
Durante el reinado de Felipe VI (1328-1350) comenzó la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra. Y no le fue bien, ya que los ingleses ganaron la mayoría de las batallas y de los territorios.
Peor la pasó Juan II el Bueno (1350-1364), que tras la batalla de Poitiers (1356) quedó como prisionero y tuvo que vivir cuatro años en las cárceles inglesas.
Sin rey, con los gastos que generó la guerra y ante la llegada de la peor enfermedad de la historia, la peste negra (1347), Francia era un caos. La burguesía (comerciantes que ganaban más dinero que el que necesitaban) empezó a disminuir sus ganancias; entonces, unió a las clases empobrecidas y a los campesinos para exigir cambios al Estado.
El levantamiento, si lo hubiéramos visto, nos habría emocionado. Eran miles de franceses cansado de la opresión de los poderosos.
Los funcionarios del rey y las familias más poderosas (la nobleza), siempre peleadas entre sí, decidieron unirse para reprimir esa justa lucha. Ordenaron al ejército que evitara todo tipo de manifestación del modo que hiciera falta, incluso con la muerte de los manifestantes.
El siguiente rey, Carlos V el Sabio (1364-1380), en lugar de mejorar la vida de su pueblo, invirtió las riquezas del Estado en reanudar la guerra contra Inglaterra. Al menos tuvo suerte, porque consiguió ganar la mayoría de las batallas y recuperar territorios. A costa de muchas vidas, claro.
Carlos VI (1380-1422) comenzó a sufrir fuertes problemas en su conducta a los 25 años. Se supone que tenía esquizofrenia, pero de todas formas no se le podía quitar el título de rey.
Aprovechando esa situación, grupos poderosos conocidos como la casa de Orleans y la de Borgoña comenzaron a planear estrategias ilegales para quedarse con el trono. Hasta le pidieron colaboración al rey inglés Enrique V (1413-1442) a cambio de "favores futuros".
Enrique V aumentó así su control sobre Francia, apoyado por los de Borgoña pero rechazado por los de Orleans. Inglaterra avanzó sobre el territorio para su conquista total, pero entre los franceses se alzó una mujer, Juana de Arco, que lideró al ejército a una serie de triunfos que terminó echando a los ingleses de casi toda Francia.
Carlos VII (1422-1461), rey gracias a Juana de Arco, no hizo nada para rescatarla cuando fue atrapada por los ingleses. Es considerado uno de los grandes traidores de la historia.
Al terminar la Guerra de los Cien Años (1453), los franceses se habían liberado del dominio inglés, que apenas controlaban la ciudad de Calais.
No hay comentarios:
Publicar un comentario