Los primeros anteojos comenzaron a fabricarse en Italia en el año 1280. Parece un montón de tiempo (más de 800 años), pero no es tanto. Piénsenlo: el ser humano existía desde decenas de miles de años, y escribía desde el 3600 a.C. O sea que, durante al menos 4800 años de "civilización", los que veían mal, veían mal. No había nada que hacerle.
Había que cazar, recolectar frutas, sembrar, atravesar ríos, luchar. Y, si veías mal, todo era un poco a ciegas, todo era tres veces más peligroso. Es cierto que había atenuantes: seguramente la vista se dañaba menos, porque no existían la televisión ni la computadora; y la esperanza de vida era de unos 30 años, así que no era mucho el tiempo que pasaba entre que empezabas a ver mal y, por algún motivo, te morías.
De todas formas, homenajeamos con este post a todos los que vivieron antes del año 1280 sin la esperanza de volver a ver nítidamente; y muy especialmente a los que, todavía en el siglo XXI, tienen problemas en la vista y no pueden comprarse anteojos por culpa del sistema capitalista y de todos aquellos que lo sostienen.
Un último aporte: ante la pregunta "¿Cómo sería tu vida sin anteojos?", dos colaboradores de este blog nos dieron su testimonio.
No seguí un buen consejo, por Tatiana Sawicki
Yo los empecé a usar casi a los 54 años para no "forzar" la vista de muy cerca... El oculista me dijo: "Seguí haciéndolo. Una vez que te los ponés, no te los sacás más". No le creí... ja... tonta de mí. Ahora, para ver de muy cerca, los tengo que tener sí o sí, ni achinando los ojos puedo ver. Mi vida sin ellos sería triste porque no me permitiría leer ni escribir cosas como esta, por ejemplo.
El problema de una tribuna llena, por Pablo Aro Geraldes
Empecé a usarlos para ver de lejos a los 16 años. En 1988 estaba en La Bombonera, repleta y con amagues de avalancha: decidí sacármelos, por precaución. No distinguía a Marangoni del Coya Gutiérrez.
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