La Iglesia católica propuso esta Contrarreforma con el fin de no perder tantas y tantos fieles (y, por lo tanto, no perder tanto poder).
En principio, en 1545, el papa Paulo III organizó una serie de reuniones (el Concilio de Trento) para intentar reconciliar a católicos y protestantes, pero como la Iglesia no estaba dispuesta a modificar casi nada de su estructura, esa reconciliación no existió. De hecho, la confrontación se agravó y llegaría a enfrentamientos físicos, verdaderas batallas, en años posteriores.
Al finalizar el concilio, en 1563, la Iglesia católica solamente modificó detalles mínimos de su organización, y el cambio más importante fue terrible: le dio más poder a la Inquisición (falso tribunal que asesinó a millones de personas que no les caían bien a los católicos) y creó un "Índice de libros prohibidos", que debían ser quemados. Quien los tuviera, sería asesinado.
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