En un texto anterior habíamos comentado que, entre 1508 y 1512, la Iglesia católica había contratado a Miguel Ángel para adornar, a través de pinturas, la bóveda de la Capilla Sixtina (está en El Vaticano).
Muchos años después, en 1537, volvieron a contratarlo para darle el toque final a su obra: le pidieron que pintara en el ábside algo con la temática del Juicio Final que aparece en la Biblia. Miguel Ángel, de quien también hablamos en un texto anterior, se mandó esta maravilla.
Un dato, más que curioso, lamentable: en la obra original, la mayoría de los cuerpos aparecían totalmente desnudos, pero muchos obispos se quejaron y generaron que, pocos años después, se interviniera la obra, tapando los genitales de quienes aparecían. Una pavada que arruinó parte de la obra de Miguel Ángel.
Sobre el Juicio Final, la Historia Universal de Editorial Sol 90 nos dice lo siguiente:
"El papa Paulo III consiguió que Miguel Ángel retornara a Roma para pintar el fresco del Juicio Final en la Capilla Sixtina, que acabó en 1541, y que anuncia el final del individualismo renacentista".
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