Por Josefina Cabrera, profesora de literatura
El Heptamerón es un libro escrito por Margarita de Navarra (1492-1549).
La estrategia literaria de la narración enmarcada (insertar historias dentro de historias) ha sido muy utilizada en la literatura, desde la Antigüedad hasta nuestros días, en grandes novelas y en textos breves. La Odisea, la Metamorfosis de Ovidio y Las mil y una noches son algunos de los textos más conocidos que utilizan este recurso, junto con El Decamerón de Boccaccio (siglo XIV). En este último, un grupo de diez jóvenes de la alta sociedad (tres hombres y siete mujeres) se pone a salvo de la peste bubónica en un lugar hermosísimo y, para pasar el tiempo, cuentan distintas historias en el transcurso de diez días.
En el siglo XVI, siguiendo el modelo de El Decamerón, Margarita de Valois y Angulema (reina de Navarra) escribe el Heptamerón (siete días). Para esta autora, los personajes femeninos de Boccaccio resultaban ofensivos; pensaba que, si los hombres, como Bocaccio en El Decamerón, escribían historias que ponían en ridículo a las mujeres, alguien debía escribir historias en las que se pusiera en ridículo a los hombres.
En la obra de Margarita, publicada por vez primera nueve años después de la muerte de la autora, un grupo de nobles cuenta historias mientras esperan que pase una gran tormenta. Como en El Decamerón, la mayoría de los relatos son de tipo amoroso. Destaco la narración V, en la que hay una fuerte crítica a los franciscanos.
“Los franciscanos que querían violar a una batelera”
En esta narración, un grupo de monjes está decidido a mantener relaciones sexuales con una batelera (mujer que conduce un batel, embarcación más pequeña que un bote): “Pero ellos no quisieron admitir la vergüenza del rechazo de la mujer y decidieron tomarla por la fuerza o, si se negaba, la tirarían al rio”. La batelera engaña a los franciscanos y logra escapar. Desde lejos, les grita: “Esperad, señores, que os consuele el ángel del Señor, que de mí no vais a obtener nada”. Cuando los hombres del pueblo se enteran del intento de violación, deciden cazar a los franciscanos. Comentan, indignados: “Estos buenos padres nos predican la castidad y después se la arrebatan a nuestras mujeres. Son sepulcros blanqueados por fuera pero están podridos por dentro”.
¿Cómo termina la historia? Los frailes fueron cazados, pero llegó su superior a liberarlos, asegurando que recibirían un duro castigo: repetir muchas oraciones. A un juez le pareció razonable y los frailes fueron encomendados a Dios Padre todopoderoso.
Esta y otras narraciones de El Heptamerón están disponibles en este enlace.
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