Resumen de lo publicado
En Egipto se desarrolló una de las primeras y más importantes civilizaciones, que sufrió fuertes cambios con la invasión del Imperio Romano (siglo I a.C.). Luego, Egipto formó parte del Imperio Bizantino y del Imperio Musulmán (siglo VII). En el año 868, el ejército de los mamelucos fundó allí la dinastía tuluní. Ese fue el primer intento, aunque fracasaría, de lograr la independencia egipcia del califato de Bagdad. En 905, los musulmanes reconquistaron la región. Ya en 969, el pueblo de los fatimíes invadió Egipto y proclamó un nuevo califato. Su dominio finalizó en 1171. Dentro de las divisiones del Islam, los fatimíes eran chiitas, mientras que la mayor parte de la población de Egipto era sunnita. En 1171 comenzó el sultanato de los ayubíes, que perduró hasta 1250. Cuando el poderosísimo Imperio Mongol atacó Egipto, el ejército de los mamelucos (que habían formado una poderosa dinastía militar tras la muerte del último gobernante ayubí) logró detenerlo. Eso les dio gran prestigio y poder en la región, donde reinarían hasta 1517. Conformaron un sultanato que comprendía Egipto, Siria, Arabia Occidental y algunas franjas de Anatolia. Los reyes mamelucos eran en su nacimiento esclavos que eran elegidos para ser sultanes. Lo interesante es que aquellas personas que ascendían socialmente y dejaban de ser esclavos, renunciaban automáticamente a la posibilidad de ser sultanes. Durante su reinado, los mamelucos lograron derrotar al ejército de cruzados cristianos que invadieron Egipto.
¿Cómo sigue la historia?
En el año 1517, el poderoso Imperio Otomano invadió y conquistó Egipto. No lo consideró una provincia (o sea, una parte más del imperio) sino un estado vasallo: casi no tenía derechos y se le exigían tributos e impuestos altísimos.
A fines del siglo XVI, los mamelucos habían recuperado el poder interno en Egipto, tomando cargos importantes sin darle importancia a las órdenes de los otomanos, que se conformaban con los enormes tributos que recibían.
En el siglo XVII, la tensión fue constante. Cada vez que los otomanos nombraban un gobernante, los egipcios lo resistían y exigían otro. En 1610, una rebelión popular fue reprimida con una masacre por parte del Imperio Otomano.
Recién en el siglo XVIII se les permitió a los egipcios designar a sus gobernantes, siempre y cuando cumplieran las exigencias otomanas. Ali Bey, uno de los líderes más importantes, comenzó su gobierno en 1766.
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