La película es el ejemplo más conocido de un estilo de cine llamado "montaje soberano", donde lo más importante es, justamente, el montaje que realiza el director, con el que no sólo quiere coordinar un relato, sino que a través del montaje (la manera en que intercala los planos) intenta simbolizar otras cosas.
Octubre relata los hechos de la Revolución Rusa de 1917 con una mirada bastante-bastante subjetiva, pero interesante. Está filmada sólo una década después en los escenarios reales, y hasta participan algunos protagonistas de la revolución.
Como la gran mayoría de las películas mudas de larga duración (Octubre dura 100 minutos), por momentos es pesada para nuestros ojos del siglo XXI, pero al menos es dinámica en cuanto a la velocidad en el cambio de planos, y obliga a estar bastante atento a la trama.
Si la querés ver por la cuestión puntual de montaje, o como documento histórico, mirala, está bien, es útil. Si la querés ver por diversión o para emocionarte, pasala de largo, se te va a hacer medio insoportable.
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