Recontra típica comedia de enredos, llena de chistes inocentes y situaciones absurdas. Se trata de un burgués que todo el tiempo dice que está enfermo, entonces lo envían a una isla paradisíaca para que descanse. Pero en la isla, justo, hay un golpe de Estado, y él llega en el peor momento.
No me hizo reír ni me gustó. Lo peor es que, en este tipo de comedias, lo más valioso es crear situaciones absurdas pero probables, que puedan ser posibles. En este caso, las situaciones absurdas son fantasiosas, irreales.
Lo único que me gustó un poco fue que funciona como una crítica contra la industria de los fármacos (que crecía a lo bestia en 1923) y también contra la clase alta que, como vive del trabajo de los demás, no tiene nada que hacer y se inventa problemas para sobrellevar su vacío emocional.
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