Mi compañera Melany, que la vio conmigo, me dice esto: "Me pareció rara al principio. En general parecía que era el ensayo de una obra de teatro. No me gustó. Sí está buena para ver algo diferente, al menos la primera hora o lo que se aguante de verla. Me pareció un poco violenta, por momentos, innecesariamente. El final no lo entendí".
La verdad es que empezamos viéndola con atención, al rato ya mirábamos para otros lados y chusmeábamos la película de reojo, y después avanzamos 20 minutos para ver si en el final pasaba algo que lo explicara todo, y no.
Al parecer, según me pareció y leí en algunos lugares, todas las escenas son en realidad improvisaciones de las actrices y actores que después el director (Alberto Fischerman) montó intentando darle algún tipo de "hilo".
Por si no quedó claro: las escenas, excepto la primera, donde se intenta explicar la trama, son todas inconexas y absurdas. Personas hablando sin sentido, contando sueños falsos a cámara, dándose órdenes, fingiendo ser una familia, comiendo, cantando, todo mezclado y con cortes abruptos.
Un comentario de la época la define bien: ”La idea es original pero la improvisación no es todo en la vida… Fischerman paga con el desconcierto las consecuencias de su experimento”.

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