El actual territorio de Inglaterra fue ocupado desde hace unos 2000 años, sucesivamente, por celtas, britanos y el Imperio Romano. En el siglo V, siete pueblos se dividieron el territorio. En el siglo VIII, los siete quedaron reducidos a tres: Wessex era el más poderoso. En el año 810, los vikingos daneses dirigieron sus expediciones de saqueo hacia Inglaterra. Así comenzó la lucha entre vikingos (o normandos) y sajones (quienes vivían en Inglaterra). En el 878, los normandos crearon su propio reino. Los sajones fueron recuperando territorio y expandieron su dominio por Escocia y Gales. En 1017, Wessex pasó a ser provincia de los daneses (de Dinamarca). Eduardo III el Confesor (1042-1066) lideró al ejército que recuperó la independencia de Inglaterra; pero un normando, Guillermo el Conquistador (1066-1087), lo derrotó y se proclamó rey. Durante el reinado de Guillermo el Rojo (1087-1100) se inició el debate entre la burguesía, las autoridades religiosas y el pueblo, que derivó en la creación del Parlamento, en el que representantes de cada sector discutían las decisiones del gobierno. A fines del siglo XII, Francia e Inglaterra se enfrentaron. La guerra terminó con la pérdida de los ingleses de los dominios que tenían en Francia. Arruinado por los gastos que había generado la guerra, el rey Juan Sin Tierra buscó el apoyo del papa y le entregó parte del territorio en 1213. La clase alta y la burguesía se opusieron y lo obligaron a firmar la Carta Magna (1215), que los favorecía. Enrique III (1216-1272) fue obligado a firmar el Estatuto de Oxford (1258): las decisiones del rey tenían que ser aprobadas por los nobles. Inglaterra se convirtió así en una monarquía constitucional. En el siglo XIV, el parlamento se dividió en dos cámaras: los Lores (familias poderosas) y los Comunes (comerciantes con riquezas). Con Eduardo III (1327-1377) comenzó la Guerra de los Cien Años (1337-1453), larguísimo enfrentamiento contra Francia, que finalizó cuando el ejército francés liderado por Juana de Arco recuperó casi todos los territorios. La Guerra de las Dos Rosas (1455-1487) fue un enfrentamiento entre las familias más poderosas de Inglaterra, que querían imponer a su rey, y fue debilitando durante más de tres décadas. Enrique VIII (1509-1547) abandonó el catolicismo y creó la Iglesia anglicana. Esa modificación se dio en medio de la Reforma Protestante. Eduardo VI (1547-1553) fue coronado a los 9 años y duró poco como rey. El Consejo, que tomaba las decisiones en su lugar, aumentó el apoyo al movimiento protestante.
• ¿Cómo sigue la historia?
La reina María Tudor (1553-1559), a diferencia de sus antecesores, se alió con el catolicismo y ordenó asesinar a centenas de personas con religión protestante.
Si con Enrique VIII el rey había ganado poder sobre la nobleza, el apogeo del absolutismo (que la corona tenga poder absoluto) llegó con Isabel I (1558-1603). Otra vez cambió todo: estaba a favor de la Iglesia anglicana, entonces persiguió a las y los católic@s. Una de las leyes fue que solo pudieran moverse cinco millas alrededor de sus domicilios. Fomentó el rechazo del pueblo hacia el catolicismo para aumentar el “sentimiento nacional”.
La “historia oficial” (de la que siempre hay que sospechar) dice esto: “La prosperidad económica del reinado de Isabel I propició el florecimiento de las artes y las letras, en particular de la arquitectura, la música y el teatro. Los grandes dramaturgos de la época forjaron el esplendor de llamado ‘estilo isabelino’”.
Dentro del “teatro isabelino”, para que se ubiquen temporalmente, están incluidas las obras de William Shakespeare (Romeo y Julieta, Hamlet, etc.).
La Iglesia católica reaccionó invadiendo Inglaterra, con ayuda de España, para destituir a la reina. Los ejércitos de Inglaterra y España se enfrentaron en 1588, y los ingleses derrotaron a la llamada “Armada Invencible” española, consolidando a la Iglesia anglicana y a Isabel en el poder.
Sin embargo, lo más importante para los ingleses fue saber que, al haber derrotado a la máxima potencia bélica de ese momento (España), se convertían tácitamente en la principal potencia. Entonces comenzaron su invasión a América (en 1584 ya habían llegado a la actual ciudad de Virginia, Estados Unidos) y África (donde traficaban esclavas y esclavos aliándose con los barcos piratas).
El apodo de “piratas” para los ingleses proviene de esta época: el propio Estado decidió aliarse con criminales sin nación (piratas) para aumentar sus riquezas y poder.
Retrato de Isabel I |
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