Dura unos 100 minutos, y los primeros 15 son insoportables. Apenas se muestran rasgos estereotipados de un profesor de escuela conservador y autoritario.
Los estereotipos continúan después, cuando el profesor conoce a una bailarina y se calienta con ella. No le gusta ni se enamora: el profesor se calienta con ella. La historia parece avanzar hacia los lugares comunes de las novelas románticas, pero no. De pronto, se vuelve turbia. Muy turbia.
¿Es divertida la película? No, no es divertida. Por momentos hasta es aburrida. ¿Es compleja, te hace pensar mucho? No, tampoco. Excepto al final: ahí sí te hace pensar mucho. De hecho, todavía estoy pensando. No termino de entender cuál es el mensaje de la historia, si es que tiene algún mensaje.
Para el momento en que fue estrenada, la película era osada porque Marlene Dietrich muestra bastante las piernas, lo cual en mi opinión está bien. Pero después no sé. No queda claro si es una crítica a la vida triste que llevaba el profesor, un ataque a las bailarinas con mala fama o a la sociedad entera, o, peor, un consejo: no hay que calentarse con las bailarinas.
No es una película para mirar un sábado a la noche con amigos, sino para hacerte un poco el canchero, decir "vi un clásico del cine" y, de paso, fijarte si, como me pasó a mí, sentís como propia la incomodidad del profesor en su nueva vida. Y, después, preguntarte por qué te pasó eso.
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