Leí por ahí que por muchas personas consiguen cierta empatía con Castel, pero a mí no me pasó. No sé si porque estamos en 2020 y ya distinguimos demasiado claro qué es y dónde está la violencia de género, o por otros motivos.
Este es el segundo libro de Sábato que leo y me encanta como escribe (en el anterior, Uno y el universo, todavía más). Es cierto que muchas ideas que va expresando el femicida Castel son de lo más interesantes y hasta podemos estar de acuerdo con él, ¡pero eso no tiene nada que ver con justificarlo, por amor del ateísmo, no nos confundamos!
Es como que yo diga "che, qué mal que está que haya personas con hambre, voy a salir a repartir comida", y al otro día mate a mi mamá. ¡No hay contradicción ahí! No me sale decir "ay, pobre Martín, ayudaba a la gente pero mató a su mamá". No seré una persona buena que una vez asesinó a alguien, sino un asesino que algunas veces repartía comida.
¿Ven cómo me pone el femicida Castel? Lo detesto. ¿Por qué Sábato escribe esta cosa horrible? Hace ya muchas décadas que está mal visto pensar "¿qué nos quiere decir el escritor?", porque no siempre hay algo que quiera decirnos y no siempre eso es lo importante, pero de todas formas me gusta pensar que lo que no quiso Sábato fue decir "¿ven que un femicida puede tener buenos argumentos?". Ni en pedo.
Tal vez la explicación haya que buscarla por otro lado. El túnel es uno de los libros que surgen al finalizar la Segunda Guerra Mundial y que están enmarcados como "literatura existencialista". Otros conocidos son La peste (Albert Camus) y La náusea (Jean Paul Sartre). El existencialismo tuvo mucha fuerza después de la guerra, digamos entre 1945 y 1955, porque ante semejante masacre y demostración de la crueldad a la que pueden llegar las personas, el mundo había perdido un poco el sentido. Quedaban pocas esperanzas (quedan, tal vez).
Me recontra fui por las ramas, pero es posible que Sábato escribiera invadido por el dolor de esa terrible década del '40 con el propósito de poner en discusión, más que un sistema económico-político (como en Uno y el universo), la propia condición humana.
Ojo: si alguien dice que El túnel es la historia de un hombre enfermizo que entiende la realidad como se le canta para justificarse y el escritor nos muestra cómo construye su mentira, también estaría bien.
Eso, al parecer, es lo interesante de la novela: da para irse por las ramas, construir diferentes reflexiones, entender diferentes cosas. Eso sí: por favor, nunca pero nunca nos pongamos del lado del femicida Juan Pablo Castel.
Post data: me gustó mucho esta cosa que escribió María Unanue cuando leyó El túnel. Digo "cosa" cariñosamente, porque no es un comentario sino más bien una reflexión sobre el mundo. Me gustó tanto que no importa que María haya equivocado datos importantes, como el año en que se publicó el libro.
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