La primera vez que la vi, en 2004, escribí este texto:
"Excelente. Chaplin se consagra no como humorista, sino como ser humano. Le escupe en la cara al nazismo y encima hace reír. Épica, mega clásica, 10 puntos".
La volví a ver en 2017 y volvió a encantarme. Y se me ocurrió esta teoría sobre la película:
Estábamos ya en plena Segunda Guerra Mundial, y el ejército nazi intentaba asesinar a todas las personas que fueran "diferentes" a la "raza aria alemana". Chaplin tenía la necesidad de dar a conocer su opinión, que no era una opinión sino una propuesta de conformación como sociedad, y pensó en cuál era la manera más efectiva de hacerlo.
Construyó, con su mayor esfuerzo, su mejor película, para llegar al mayor número posible de espectadores, sólo para gritar su propuesta de la forma más directa posible. Esa propuesta, hermosa, sensible, es el monólogo final de la película.
¡Cómo me gusta cuando los artistas no se conforman con ser buenos artistas, sino que quieren mejorar el mundo!
(Nota final: acabo de saber que Chaplin recibió presiones para no filmar la película por la posición "neutral" de Estados Unidos al inicio de la Guerra; y que finalmente tuvo que irse de Estados Unidos, perseguido por el ridículo Comité de Actividades Estadounidenses. Más a su favor.)
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