Aguafuertes porteñas es una recopilación de textos escritos por el argentino Roberto Arlt que fue publicada en 1933. La edición que leí tiene 215 páginas.
Aunque, en realidad, no lo terminé, porque no me gustó. Había leído El juguete rabioso, también de Arlt, y me había gustado, pero Aguafuertes porteñas es otra cosa.
Son artículos de tres páginas que Arlt escribía para diarios y revistas, en los que criticaba (casi siempre negativamente) distintos aspectos de la vida en Buenos Aires. Y ese es el problema: sólo criticaba. Se quedaba en la crítica sin proponer nada mejor. Se subía a un pedestal, en el que parecía el único inocente, y agredía las acciones de casi todos los demás.
Entiendo que en esa época tal vez no era tan malo lo que hacía Arlt. Pensemos que, en la década del 30, en los medios de comunicación se escribían cosas siempre correctas, respetuosas de "la moral y las buenas costumbres" y todas esas gansadas. Entonces era interesante que alguien rompiera eso y se animara a criticar lo que nadie criticaba.
Lo que pasa es que ya no estamos en 1933, y yo lo veo con otros ojos. No me gusta, no soporto, no me parece justa la crítica destructiva y sin algo absolutamente fundamental: la propuesta.
Si yo digo que los almaceneros son todos estafadores, tengo que proponer una forma de terminar con esas estafas. Si digo que el oficio de arreglar muñecas es una tontería inútil, tengo que fundamentar por qué es mejor comprar muñecas nuevas, o dejarlas rotas.
Y, por otra parte, ningún contexto le justifica a Arlt el texto "El bizco enamorado", una canchereada machista y torpe que le quita, aunque ya esté muerto, parte de mi respeto.
Conclusión: no lo lean.
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